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Por Sandra Aravena
Se terminó el Encuentro Internacional “Valparaíso es un Cuento” en su primera versión. Pero como siempre, lo que termina genera nuevos nacimientos. Así que, poéticamente podríamos decir que estamos frente a nuevos nacimientos, nuevas aventuras, nuevos inicios.
Fue prácticamente un mes completo de aprendizajes. Estar sumergida
en un mundo de palabras y palabreros, incluso por osmosis genera movimientos en
las reflexiones, en las acciones y en la creación misma.
Uno de los aprendizajes más importantes, que aunque estaba
en la retina, se hizo manifiesto con fuerza y energía, tiene que ver con la
necesidad de generar diálogo artístico en la propuesta, en el trabajo. Desde la
decisión de hacer dirección artística a los espectáculos, hasta dialogar con
nuevas posibilidades en conjunto con otras disciplinas: danza, música, artes
visuales, etc. Finalmente, se trata de enriquecer la estética en la creación,
dotarla de nuevas perspectivas y miradas, y hacerla crecer, como en una
sinergia.
Una dirección artística que permita, como dijo Jota Villaza
en el taller que nos compartió, darle importancia a los detalles de la puesta en escena. Sí, cada
detalle. Porque, como en la vida, en los detalles está la diferencia, y marca
la distinción. O, como diría una amiga cuentera, algo que quede profundo calado
en el centro del pecho, y no, solamente, un buen momento de diversión y de goce
estético. En definitiva, se trata de hacer lo mejor posible dentro del trabajo
creativo.
Un diálogo solidario, complementario, creativo.
Luego, de los aprendizajes más hermosos, tuvo que ver con el
descubrimiento propio. Aquello que tantas
veces fue conversado en talleres, en espacios formativos, de reunión de
colegas, en fin… pero que toma más fuerza al ver espectáculos como el de Diana
Tarnofky, Cucha del Águila, o de Alekos, que en diferentes propuestas, en
diferentes estilos y voces, cada cual ha ido explorando aquello que traen
consigo o que fueron adquiriendo con el tiempo.
Descubrir las posibilidades, las opciones. Descubrir el
cuerpo, lo que abarca, lo que puede explorar, el espacio que puede utilizar, lo
que puede expresar y reflejar de lo que viene desde adentro. Ese descubrimiento
del cuerpo es un asunto que me viene dando vueltas hace algún tiempo, pero toma
forma, y cuaja como gelatina cuando las propuestas escénicas que se ven han
avanzado en esa exploración y logra algo simplemente maravilloso.
Descubrir la voz. Diana Tarnofky supo abrirme ese
nuevo-viejo horizonte. Explorar la voz… pero más allá (o acá) del adorno al
espectáculo, sino como piedra fundamental, pilar, que adorna, embellece, pero
al mismo tiempo es parte de una propuesta armoniosa. Nuevas exploraciones, que
ella nos confesó, comenzó a reconocer con su maestra de voz, y que hoy hace
crecer su bella presencia escénica, su cuerpo grande y sus relatos, historias…
llenas de magia crecida, brillante, como dentro de bolso mágico. Como “Coleccionista”
de voces y sonidos.
Descubrir las raíces. Cucha del Águila nos abrió las almas a
su selva amazónica. Mezclando relatos, narraciones, lecturas y en medio de
todo, triunfante, un rito propio, que salía como luz desde el mismo centro de
su pecho. Un rito perfecto que de pronto nos la trajo vestida de selva, oliendo
a vegetación, y envuelta en un halo no conocido en estas tierras. ¡Cómo hizo
crecer su belleza natural!
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Y, para no escribir tan extenso, quisiera comentarles sobre
esto que es aprender de un propio error. Equivocarse como una oportunidad de
avanzar, de crecer. Equivocarse y sonreír, porque se presenta una nueva
posibilidad, siempre para avanzar.
Y claro. Tuve que enfrentarme a un espectáculo que no fue “todo
lo que quisiera que fuera”. Mi espectáculo. ¿Cómo asumir cuando un espectáculo
no es lo que se espera de sí mismo/a? Fue un parto extraño, ambiguo, un poco
amorfo. Pero parto al fin. Ese nacimiento que hoy me abre la posibilidad de
hacer crecer un espectáculo que es el propio. Asumir la cuestión con humildad,
y proyectar nuevas oportunidades, opciones, y, por supuesto, exploraciones propias
y la colaboración de amigos y amigas artistas, en dirección artística y en la
puesta en escena. Toca seguir aprendiendo, toca seguir avanzando en la creación
y en el camino decidido.
Faltó trabajo, faltó dedicación. Y ello, en relación a los
aprendizajes de este encuentro, debería ser aquello que no falte. No se olvide:
ocuparse de cada uno de los detalles.
Vamos caminando a ello. Prontamente, re-estreno de “La Porota”, pero esta vez, con el trabajo merecido.
Gracias por la oportunidad.
Abrazos cuenteros!